Basta con asomarse a unas cuantas imágenes de este dúo electroclash francés para preguntarse “¿Qué diablos les pasa por sus cabezas?”, pero escuchar un par de temas es igual de suficiente para cuestionar por qué carajos no son más conocidos fuera de su lugar de origen. La respuesta es simple: si Daft Punk es el hijo relamido que los galos presumen con orgullo, Sexy Sushi es el hermano bastardo que se esconde encadenado en el sótano del dulce hogar.
Con sintetizadores que remiten al soundtrack de El Auto Increíble y demás cintas ochenteras de confección noir, y letras corrosivas que lo mismo van de odas a caballos de guerra que con sus melenas de fuego galopan por millares hacia su muerte, hasta susurros seductores que derriten el oído con evocaciones de policías uniformados que hacen correr a señoritas en bragas y medias de nylon. La banda está conformada por Rebeka Warrior y Mitch Silver, músicos inquietos y miembros de otros proyectos musicales que con esta asociación han logrado aterrizar de mejor manera todos sus anhelos perversos en una estética por demás provocadora, con perfomances cargados de una furia desbocada en los que uno no puede evitar el deseo de estar en el recinto y a la manera de Francisco Tario ser el vasallo sumiso de esa frontwoman salida de los rincones más oscuros de las novelas de Henry Miller.
Activos desde el 2004, Marre Marre Marre es su segundo álbum de larga duración; “Cheval”, “Sex appeal”, “Hibernatus DVD”, “Infernal”, “Rien à foutre” y “Petit PD” destacan como una patada en el culo de las buenas conciencias de una sociedad francesa amanerada hasta el tuétano, herederos de una cultura imperecedera en la que Sexy Sushi excreta con insolencia.
Música revoloteando sobre los horrores del abismo 