Arctic Monkeys. Tranquility Base Hotel & Casino (2018)

Muchos parecen olvidar que a diferencia de la mayoría de las bandas de rock que pululan por allí, los dirigidos por Alex Turner de hecho son muy buenos cuando le bajan a la velocidad y nos entregan temas cargados de una calma melancólica bastante reconfortante. “Mardy Bum”, “A Certain Romance”, “505”, “Cornerstore”, “Black Treacle” y “I Wanna Be Yours” se encuentran entre las mejores canciones de su discografía.

Ahora, cinco años después del frenético R&B del AM, regresan con Tranquility Base Hotel & Casino, un álbum por cuyas venas fluyen sin misericordia los teclados, pianos y sintetizadores vintage, mientras Alex Turner saca a relucir sus mejores dotes de crooner contemporáneo para dirigir sus dardos existenciales hacia el consumismo y la alienación producida por la saturación tecnológica como pan nuestro de cada día. Este nuevo sonido dista mucho de ser un capricho sacado de la nada por parte de Turner, pues tiene como antecedente inmediato lo hecho con The Last Shadow Puppets, hasta retroceder a temas como “No. 1 Party Anthem” de su anterior producción con los mismos Arctic Monkeys.

I just wanted to be one of The Strokes / Now look at the mess you made me make, canta Turner en la línea que abre el álbum, en la que pareciera estar mofándose de todos aquellos que extrañamos a aquel veinteañero de actitud desfachatada y pelo alborotado que con timidez se mofaba del pouserismo hípster del 2006 en “Fake Tales of San Francisco”. La banda ahora se ha mudado a Los Angeles [inserte ironía aquí], lugar donde Turner escribió sentado al piano los temas que componen el sexto álbum de estudio de los originarios de Sheffield.

En “American Sports” el espíritu de David Bowie desciende de la luna para preguntar So when you gaze at planet earth from outer space / Does it wipe that stupid look off of your face?, mientras hace una parada en la estación espacial que da nombre al disco para seguir cuestionando los tiempos actuales: Do you remember where it all went wrong? / Technological advances / Really bloody get me in the mood.

En el sencillo de presentación, “Four Out Of Five”, Turner y compañía viajan a la luna para abrir una taquería, mientras tientan a los incautos con dulces promesas de amor: Look, you could meet someone you like / During the meteor strike.

El siguiente par de canciones no ofrece nada nuevo a lo escuchado hasta el momento, por lo que llegado aquí se presenta una decaída en el ánimo del disco que repunta con “She Looks Like Fun”, un tema que bien pudo haber tenido cabida en el Humbug.

Esta última producción parece ser el pináculo de la intransigencia de Alex Turner, que a estas alturas puede hacer lo que se le venga en gana después de habernos entregado algunas de las mejores canciones de los pasados 12 años. I launch my fragrance called ‘Integrity’ / I sell the fact that I can’t be bought, profiere en “Batphone”, antes de cerrar con la dulzona melancolía de “The Ultracheese”.

Este cambio de dirección no le ha caído bien a muchos, quienes también parecen olvidar que, desde muy temprano en su carrera, los Arctic Monkeys se han caracterizado por su afán de expandir su sonido, pues de la inmediatez casi punk del Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not pasaron pronto al stoner rock del Humbug, hasta llegar al pop psicodélico del Suck It And See.

Apenas el año pasado se criticó sobremanera el muy decente Everything Now de Arcade Fire, lo cual llevó a Win Butler a declarar que si ese era el peor disco de la banda, entonces eran la mejor banda de todos los tiempos. Situación que podría aplicarse a esta última placa de los de Sheffield.

Tranquility Base Hotel & Casino no tendrá la frescura de su álbum debut ni la rocanrolera tensión sexual del AM, pero está lejos de ser un disco malo.

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