Cuando “Eez-Eh” se dio a conocer, mucho se especuló sobre qué sonido impregnaría la nueva producción de los forajidos del condado de Leicester, pues si bien ya antes nos habían mostrado canciones en los que instintivamente uno movía los pies y la cabeza al compás de la música, nunca antes a grados tan malsanos como lo mostrado en este primer sencillo en el que apenas transcurridos unos segundos se sienten inmensas ganas de brincar y comenzar la fiesta. Pues bien, el resto de los tracks que conforman esta producción distan bastante de lo presentado en dicho tema, sin ser esto algo negativo (“Eez-Eh” es sin duda una de las mejores canciones del 2014), más bien viene a consolidar el rico espectro de atmosferas musicales que los liderados por el guitarrista Sergio Pizzorno son capaces de producir.
El disco comienza por demás agresivo, con temas como “Bumblebeee”, “Stevie” y “Doomsday” que remiten a esas glorias que fueron “Club Foot”, “Processed Beats” y “Vlad the Impaler” y que nos hacen recordar por qué los amamos en primera ocasión. En “Treat” se resume su discografía en 6 minutos con 52 segundos, en donde la banda nos brinda un ambiente electrónico que derrite el oído. La búsqueda de experimentación (ya patente desde su disco del 2011, Velociraptor!) no ha cesado, pues bien pueden permitirse un oscuro cameo de Suli Breaks (artista del perfomance conocido como “Spoken word”), donde el invitado recita uno de sus poemas al final de “Glass”; así como un toque western en la pausa de “(Levitation)”. En “Explodes” anuncian el arribo de fuerzas malignas a la ciudad, con un Pizzorno profiriendo retadoramente “I ain’t afraid of the dark / It’s where I see her most”. Después de la tormenta eléctrica, viene el corte acústico de “S.P.S.”, con el que la banda cierra el disco, el cual puede ser considerado como el mejor de su ya de por sí sólida carrera y que reafirma lo que ya todos sabemos: que Kasabian es una de las mejores bandas de su generación.
Música revoloteando sobre los horrores del abismo 